¿Qué es el reaseguro?

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Imaginemos que tiene previsto vender el coche que conduce o la casa donde vive, ¿verdad que debe asegurarse de la solvencia del comprador, no coger un cheque sin fondos como moneda de pago? Del mismo modo, la confianza en la aseguradora con la que tenga previsto suscribir el seguro del coche o seguro del hogar, debe ser condición sine qua non para realizar el contrato. En este sentido, el llamado «reaseguro» es un instrumento de disminución de riesgo para cualquier aseguradora y, por ende, para cualquier suscriptor de sus servicios.

¿En qué consiste exactamente el reaseguro?

En términos sencillos, cabría definir el reaseguro como «el seguro del seguro». Se trata de un contrato que suscribe tu compañía de seguros con otra compañía (en este caso, sería la reaseguradora), para que asuma parte (o la totalidad) del coste de de un posible siniestro. Es la manera que tienen las entidades aseguradoras de asumir riesgos muy elevados. Por ello, el reaseguro viene a superponerse a la protección de los riesgos otorgando mayor estabilidad y solvencia al asegurador, que es quien, frente a sus asegurados, tiene la obligación de asumir el coste de las reclamaciones por siniestros cubiertos por la póliza.

En resumidas cuentas, se trata de un contrato por el cual, una compañía aseguradora que ha realizado un seguro, ejecuta otro contrato con otra aseguradora (llamada reaseguradora) para trasladarle a ella la totalidad o parte de los riesgos del primer contrato firmado. Existen varias compañías especializadas en el reaseguro, es decir, que sólo operan para realizar este tipo de operación, sin realizar operaciones corrientes de seguro como las que pueden contratarse en Rastreator.

Las funciones primordiales del reaseguro son tres. En primer lugar, pretende ser un factor de disminución del riesgo, evitando pérdidas descomunales o posibles quiebras: una compañía firma un contrato de reaseguro cuando el riesgo de un contrato excede el límite tolerable, llamado pleno, que podría soportar. La segunda función es la de financiación, pues permite a las compañías aseguradoras incrementar el volumen de sus negocios. Y es que al tener la seguridad de un respaldo añadido, aceptan mayores riesgos y firman mayor número de seguros. Por último, la tercera arista del reaseguro es estabilizadora. Estabiliza el mercado del seguro, al repartirse las pérdidas entre una o más reaseguradoras.

En la práctica, existen dos tipos de contrato de reaseguro, según la cuantía del riesgo asegurado:

Reaseguro total: las dos compañías aseguradoras, reasegurado y reasegurador, acuerdan ceder íntegramente el riesgo a la compañía reaseguradora. Es muy poco común este tipo de contrato, por ir a contracorriente con la misma filosofía del reaseguro, que consiste en división del riesgo.

Reaseguro parcial: la compañía reaseguradora se compromete a cubrir cierta parte del riesgo del contrato de la reasegurada. Es lo más frecuente, estableciéndose explícitamente si riesgo se asumirá de manera conjunta desde el primer euro de indemnización, o bien si la reaseguradora lo asumirá a partir de cierta cantidad hasta otro cierto tope.